domingo, 17 de diciembre de 2017

Confiemos en el destino

A veces podemos pensar que somos nosotros quienes tomamos las decisiones en nuestra vida. Que somos nosotros quienes decidimos que personas entran en nuestras vidas, o en nuestros corazones, y aún más quienes salen de ellas. Yo siempre lo he pensado así. Hasta que una noche cualquiera, de un día cualquiera, como hoy, lo he visto claro. No se puede olvidar a alguien que nos ha marcado. No podemos decir quién ni cuando. Creo que debemos dejar de intentar negar lo que sentimos. Porque lo siento, de verdad, dudo que se pueda fingir un sentimiento. Solo dos personas entienden lo que significa una mirada. Y qué pasa si ahora no es el momento, pero si la persona. Y dentro de, no sé, muchos años, aparece, y os miráis, y más que completos desconocidos, lo que veis es todo lo que podría haber sido. Y te das cuenta de que todo este tiempo solo habías estado buscando algo que un día habías perdido. 

jueves, 20 de julio de 2017

qué será

¿Y será eso verdad de que solo hay un amor verdadero en la vida?¿qué solo hay una persona capaz de sacar lo mejor de nosotros (al igual que lo malo), pero es la única capaz de hacernos sentir todas las sensaciones posibles? Y será por eso por lo que cuando la dejamos marchar, o nos dejan ir, envolvemos el corazón de hielo y no dejamos ni a una misera cerilla acercarse a él. Por miedo, a no volver a sentirnos nunca más así.
O por el contrario, ¿será verdad que después de un amor intenso, de esos de los que he hablado tantas veces, vendrá uno con todas las cosas verdaderamente buenas? Las que siempre hemos buscado. Eso del no discutir, de poder compartir todo. Esa relación en la que nada parece estar mal, o coincides en todo. Ese tipo de relación por la que dejaste (o quizás te dejaron).
Y entonces, una vez conoces los dos tipos, ¿qué ocurre si no existe la posibilidad de volver atrás? De regresar junto con quien, aunque fuera peor que una cerveza para un alcohólico, te hacía reír, llorar, saltar, gritar, disfrutar. Un amor a ratos. Unos buenos, otros malos.

Miedo, a conformarnos con lo perfecto y el aburrimiento que esto conlleva. O ser masoquista y hacerte tantas veces daño que puedes acabar hecha pedazos.

domingo, 2 de julio de 2017

Despedidas

Creo que no hay nada que dé más pena que despedirse. De un amigo, de la familia, de una pareja, de una casa, hasta de nuestro móvil viejo del cuál nos hemos estado quejando durante 6 meses. De una persona que fallece. Esos momentos aeropuerto que cambian la vida en cualquier momento, en el que una persona se va sin saber cuando volverá, ni si será la misma. O alguien que vuelve con un camino recorrido, y que tiene el mismo miedo de que nada esté como lo dejó. Pueden haber mil viajes a Alemania, 1 España y 2 a Londres.
La despedida es lo más doloroso en todos los ámbitos de nuestras vidas. Porque es el momento en el que debemos afrontar el futuro sin saber que nos espera (esa incertidumbre que tanto nos mata) y tratar de olvidar todo aquello que el pasado nos ha dado, quedándonos solo con aquello que nos hace crecer como persona. Y esto, para mí, es muy difícil.
Supongo que son cosas que se aprenden con los años. Pero, cada despedida duele igual que la anterior, y eso no puedes aprenderlo. Como mucho, puedes aprender a afrontarlo de diferentes formas. Lo que diría yo, auto-convencerte de que ya eres mayor para estar llorando por las esquinas o rogando a alguien o algo que vuelva.
Pero cada vez que la canción ``Quiero que vuelvas´´ de Funambulista suene, recordaremos todos esos momentos que se agolparan en la garganta rogando salir a gritos. Y que tanto tiempo han estado guardados. Tanto tiempo que hemos estado evitando pensar en ellos. Porque duelen, quizás tanto que nos dé miedo no poder guardarlos.
Y es que quién no ha escuchado mil veces la frase ``seguro que algo mejor está en camino´´, ``hay que cerrar etapas y empezar otras´´, y quién no ha deseado responder, si bonico, pero a ver si tú eres capaz de evitar todos estos pensamientos (miedos).
Por eso, porque nunca sabemos en qué momento nos tocará despedirnos. Aprovecho el ahora, porque ya han sido muchas las veces que he pensado que algo no iba a terminar o que algunas personas estarían para siempre. Y no fue así. Se fueron. Y ahí me quedé yo, con mil cosas por decir, y hacer. Y a saber, si ellos se quedaron con las mismas ganas con las que me quedé yo. Porque aunque no lo creamos, siempre quedará una conversación pendiente, que nunca sabremos si arreglaría o no las cosas.

Porque los ``para siempre´´ no existen. Y aunque decir adiós duela. La mayoría de las veces, merece la pena. Por eso, ama sin miedo, vive como si fuera tu último día, sueña como si nunca tuvieras que despertar y ríe hasta que duela la tripa, porque este instante, nunca volverá.

Be back

Seré breve, rápida y concisa.
Te marchaste igual que viniste.
Con la chulería y egoísmo que te caracteriza.
Con la misma fuerza con la que haces las cosas mal, y con la misma que siempre te arrepientes.
O casi siempre.

Porque no hubo una última vez.

domingo, 27 de diciembre de 2015

¿Te lo has preguntado?

Durante estos días en los que todos parecemos amarnos a todos, y la felicidad de la navidad parece acampar en los corazones de todas las personas, me estoy preguntando si de verdad merece la pena ser un buen actor/actriz durante estas fechas y continuar el resto del año sin dirigir la palabra a la otra persona, o si sería mejor enfrentarnos de una vez por todas con la realidad y ser conscientes y capaces de admitir nuestros errores, escuchar las versiones opuestas y ser capaces de llegar a una conclusión.



A su vez, me pregunto si merece la pena omitir los sentimientos, ser un pasota, hacer como nada te importa, o todo te resbala. De verdad, ¿merece la pena actuar como si cualquier cosa que te puede hacer daño no importase, o como si hubieran determinadas personas que no te importan, cuando en realidad, el escuchar la simple melodía de una canción hace que rompas a llorar?



En estas fechas me pregunto, es tan difícil ser sinceros con nosotros mismos, admitir las cosas que no hemos hecho bien, recapacitar sobre el daño que le hemos podido causar a algunas personas, e incluso retroceder y tratar de subsanar nuestros errores.

Bien, a mi, que siempre me suelen decir que me paso el día pensando, que le doy mil vueltas a todo, y que me hago demasiadas preguntas y busco demasiadas respuestas. Yo, que siempre soy clara en mis respuestas, y siempre soy capaz de explicar, aunque me cueste, a todo aquel que me pregunta.

A mi, que tantas veces me han echado en cara mis equivocaciones. Yo, que tantas veces he pedido perdón.

Yo, ahora os hago una pregunta, ¿cuando miráis a vuestro alrededor, creéis que falta alguien que podría estar perfectamente y no lo está por alguna tonta discusión? ¿os paráis a pensar en todas las cosas que habéis hecho mal y el daño que le habéis podido causar a alguien que en el fondo os importa? ¿Vosotros quién creéis que debería ganar esta batalla?

Yo tengo clara mi respuesta, y es que en mi vida no dejaré que sea el orgullo quien se lleve a las personas que más quiero.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Ya no

Supongo que todos, en algún momento de nuestras vidas nos ha tocado pasar página, y sino por decisión propia, hemos estado obligados a ello. Por decisión de otras personas que en algún momento decidieron que ya no, que tú ya no eras para ellos lo que ellos son para ti.
Supongo que todos os habréis hecho las mismas preguntas que yo me he estado repitiendo en mi cabeza durante unos meses, preguntas sin respuesta, o mejor dicho, preguntas que tú no puedes responder.
Hoy, con la cabeza mucho más fría que hace un tiempo, me he dado cuenta de que no era yo la persona que había cambiado, que no ha sido mi culpa, que yo no podía hacer nada por arreglar algo que otra persona rompió. Que yo puedo dar todo de mi, está claro, pero de qué me sirve si la otra persona decide no dar de sí.
Porque aunque la teoría sobre las relaciones esté muy clara, que si una relación es de dos, que hay que aguantar los malos momentos, que hay que tener paciencia el uno con el otro, hay que ser respetuosos, hay que cuidarse día a día. Que la confianza debe ser la base de la pareja, que hay que ser sinceros, dicen. Pero todas estas personas que relatan la teoría sobre las relaciones, ¿se han encontrado alguna vez en una situación en la que nada de esto funciona y sin embargo todavía hay alguno de los dos que no quiere entender que se acabó y que el amor lo puede solucionar todo?
Lo dudo bastante.
Sin embargo, que ciegas somos las personas cuando no nos interesa ver algo que todo el mundo ve, algo que está pasando pero que no nos interesa saber.
¡Cuanto dolor hay que soportar para poder entender que tú no eres para esa persona, lo que esa persona es para ti!
Cuantas cosas he tenido que ver, que escuchar, que sentir, para poder entender que NO hay amor.
Cuantas situaciones patéticas, ilógicas, y ridículas he vivido para demostrarle algo a alguien que no lo valora. O bueno, quizás sí lo valora, pero claro, tú no puedes obligar a nadie a sentir lo que tú quieres que sienta.
Que me arrepiento de muchas cosas que hice mal en algún momento, está claro. Pero eso no significa que me tenga que martirizar durante un tiempo indefinido para que la otra persona entienda que estoy arrepentida, o que de verdad sí siento lo que le digo.
Por eso, hoy, con todo el dolor del mundo, y con los pies en la tierra, digo que ya no más.
No más esfuerzos por intentar gustarle a alguien a quien no le gusto, que no voy a intentar agradar a nadie, que soy como soy, con mis defectos y mis virtudes.
Que por supuesto, creo y seguiré creyendo siempre en el amor, pero no en el amor que causa daños innecesarios, sino en el amor que se demuestra cada día, no con regalos, ni falsas poesías, sino el amor que se demuestra con un abrazo espontáneo, el amor que hay entre unas amigas tomando unas cañas en un bar, el amor que se siente en una comida familiar en Nochebuena o Navidad.O cuando vas a recoger a una amiga al aeropuerto después de muchos largos meses sin verla.
Y quien sabe, quizás algún día vuelva a sentir el amor que causa que mariposas revoloteen por mi estómago cuando una persona me sonríe, quien sabe...

miércoles, 14 de octubre de 2015

Nothing really matters

Puestos a sincerarnos, hagamoslo bien.
Me pido empezar.
Aquella mañana, yo en mi asiento de siempre, con la misma persona, y mi cara de niña en plena pubertad un lunes por la mañana, quizá incluso peor que cualquier lunes, ya que me acababa de dejar mi primer novio, un hecho bastante relevante teniendo en cuenta que tenía 12/13 años.
Y de repente tú. Te vi por primera vez, y supe que tenías que ser mío, y que no pararía hasta conseguirlo.
Y así fue. Empecé a espiarte sin que tú lo supieras, te observaba cada mañana al pasar por mi lado, sin que tú ni siquiera supieras que existía. Conseguí saber tu nombre, tu edad y con un poco más de tiempo, hasta donde vivías.
Me volvía loca, literalmente cada día cuando te veía. Llegó un momento que me fue imposible ocultarlo, y cual adolescente tuve que confesar mi amor por ti a mis amigas, y uf, no sabes que alegría poder compartir mi amor por ti con el resto del mundo, ya que tal y como te dije cuando conseguí tenerte a mi lado, estaba deseando que llegase el momento de poder decirle al mundo que TE QUIERO.
Gracias a mis amigas, y a mi capacidad de convicción conseguí ponerme cerca de ti en los descansos para poder observarte en silencio durante más tiempo, y joder, que guapo estabas apoyado en la barandilla sonriendo en todo momento. Aunque reconozco que fue difícil verte sonreír a algunas personas mereció la pena para que luego me sonrieras a mi.
Con el paso del tiempo, conseguí superar la poca vergüenza que tengo para escribirte un simple ":)" que para mi supuso varios meses de indecisión e incertidumbre por si no me respondías. Pero me la jugué, y respondiste, y yo casi tengo que salir de casa de la alegría tan grande que tenía en el cuerpo. Así, día tras día, fui intentando saber un poco más de ti, pero poco, porque en realidad la mayoría de preguntas que te hacía ya las sabía.
Un día incluso de casualidad conseguí que me mirases, y otro coincidí contigo en una fiesta, que por cierto, vaya pedo cogí solo para que vieras lo mayor que era, y que poco me miraste para ver como lo hacía.
Al final, un día me desperté dispuesta a dejarlo todo, a mandarlo todo a la mierda, tú no me veías, y no podía hacer nada por que me vieses.
Intenté seguir mi vida, incluso conocí a otros chicos, pero era imposible olvidarme de ti, siempre aparecías en mi mente para recordarme que seguías ahí, y que por muy invisible que fuera para ti, tú siempre estarías presente en mi mente.
Cuando menos lo esperaba, conocí a tus amigos, que acabaron siendo los míos, y tras un millón de conversaciones iniciadas por mi, y algunas de ellas ni si quiera con respuesta, apareció una ventanita con tu nombre que ponía ``Hola´´, y pues que quieres que te diga, yo casi caigo redonda, pero nose ni como me mantuve en pie, y te respondí, ni si quiera sé si me hablaste para saber de mi, o por saber que iban a hacer tus amigos, pero joder, tú, me habías escrito a mi.
Tal y como he dicho, yo había rehecho mi vida, sin ti, y mientras malgastaba el tiempo con un chico, mucho tiempo después de esa primera conversación empezada por ti, el mismo día que me dejaron, volviste a aparecer, y esta vez para saber de mi, por primera vez me preguntaste como estaba, y por muchas más cosas relacionadas conmigo. Incrédula total, lo primero que hice fue contárselo a mi mejor amigo, que al igual que yo, alucinando, me dijo, ahí lo tienes con una sonrisa enorme en la cara, sabiendo lo que eso significaba para mí.
Seguimos hablando, y llegó el día de mi cumpleaños. ME FELICITASTE. Pero no una, ni dos, ni tres veces, me felicitaste tantas veces y de tantas maneras diferentes que no pude ni contarlas, me cantaste cumpleaños feliz delante de todo el mundo, y yo sentí morir. Es recordarlo y ponerseme la carne de gallina.
Llegó un momento en que coincidíamos y ni nos miramos, muertos de vergüenza, y sin querer mostrar todo lo que estaba ocurriendo entre nosotros, cuando todo el mundo lo sabía.
Y una noche viernes 13, con un amanecer en sábado 14, sucedió, desaparecí para todo el mundo menos para ti, que comencé a existir de verdad.
Y desde entonces hasta ahora, he podido disfrutar de ti, del amor de mi vida.
Hemos viajado, hemos deseado durante muchos meses encontrar una excusa para dormir juntos, he disfrutado mirándote cuando no te dabas cuenta, hemos bailado juntos, hemos discutido como los que más, hemos compartido miles de experiencias, e ilusiones.
Y es que, fue todo tan bonito, que es inevitable que me duela el pecho durante todo el día al pensar que hoy ya no estás aquí, ni siquiera estás conmigo. Y que mi único pensamiento durante todo el día se resuma en todos esos momentos repitiéndose en mi cabeza una y otra vez, hasta que cansada mi cuerpo se rinde y decide dormir para despertarse a la mañana siguiente para seguir la misma rutina.
Y ahora, que me he sincerado del todo, y he decidido que sea hoy y no dentro de un mes, porque no quiero pensar en lo que pasará hasta entonces, quiero decirte que volvería a escribirte un millón de veces ``:)´´ , volvería a observarte todo lo que lo he hecho a escondidas, y volvería a caer en tus brazos como la primera vez, y volvería a morir de amor por ti, todos los días de mi vida.